MARTÍN LUTERO
Martín
Lutero, hijo primogénito de Hans y Margarita Lutero, nació el 10 de
noviembre de 1483, en el pueblo de Eisleben, en Sajonia, Alemania. Un
día después de haber nacido, fue dedicado a Dios y, siendo que era el
día de San Martín, los esposos Lutero decidieron ponerle tal nombre.
La
familia Lutero era muy pobre, de modo que tanto el padre como la madre
trabajaban arduamente, no sólo para alimentar, vestir y albergar a sus
hijos, sino también procurando darles una educación adecuada. Además de
Martín, había otros seis hijos en la familia.
Cuando
Martín tenía cinco años comenzó a recibir su educación escolar. Para
ello fue enviado a la aldea de Mansfeld, para que estudiara con el
maestro allí. Martín continuaría estudiando en tal lugar hasta cumplir
los trece años. Se le enseñó, no solo a leer y a escribir, sin también
el latín.
A los
catorce años Martín comenzó a estudiar en el pueblo de Magdeburgo.
Puesto que sus padres no le podían enviar dinero, Martín tenía que pedir
limosnas para poder sostenerse mientras estudiaba. Así lo hizo durante
un año. En 1498 fue la ciudad de Eisenach, para asistir a una escuela
allí. Al principio se ganaba la vida pidiendo limosnas. Un día, una
señora rica y avanzada de edad, llamada Ursula de Cotta, le escuchó
cantar, y se dio cuenta de que lo que hacía muy bien; así que lo invitó
a alojarse en su hogar. Martín se quedó en dicho lugar durante los
cuatro años siguientes, terminando así sus estudios sin tener que
mendigar para alimentarse. Allí aprendió a tocar flauta y el laúd. A
menudo tocaba para Frau Cotta, pues a ella le gustaba mucho la música.
La
madre adoptiva de Lutero, Ursula de Cotta, lo amaba como a hijo propio,
y siempre lo trató con la mayor bondad. Para cuando Lutero cumplió los
dieciocho años, su padre estaba en mejor situación económica, y por ello
le fue posible ayudarle para que continuara sus estudios. Así que le
envió a la universidad de Erfurt. Deseaba que Martín estudiara leyes, y
que llegara a ser un abogado.
Martín
fue siempre un compañero ingenioso, amable y locuaz. Debido a su
habilidad para cantar y tocar varios instrumentos, llegó a ser popular
entre los demás estudiantes.
Lutero
recibió su grado de bachiller en 1502, ocupando el décimotercer lugar de
la promoción de cincuenta y siete alumnos. El 1505 recibió su
licenciatura, y esta vez ocupó el segundo lugar en la promoción de
diecisiete alumnos.
Uno de
los eventos de mayor importancia en su vida universitaria ocurrió cuando,
por casualidad, halló una Biblia en la biblioteca. La leyó con sumo
interés.
Continuaba con sus estudios de leyes, tal como lo deseaba su padre, pero
a la vez, empezó a dedicar mucho tiempo a la lectura de la Biblia. Le
interesaba profundamente poder saber la verdad en cuanto a Dios.
Hans
Lutero y su esposa Margarita, siempre habían mantenido una estricta
disciplina en su hogar. Enseñaron a sus hijos a temer a Dios. Desde muy
temprana edad les enseñaron el credo, los diez mandamientos, el
padrenuestro, así como algunos himnos y cantos.
En
aquellos días se les enseñaba a los niños que tenían que expiar sus
propios pecados. Siendo que no les era posible hacer suficiente
expiación, ni conseguir hacer suficiente buenas obras, se les decía que
tendrían que acudir a los santos del cielo, y a María, la madre de
Jesucristo, para que intercediera a su favor, pidiéndole a Cristo que
tuviera piedad por ellos.
Cuando
estaba por finalizar sus estudios universitarios, Martín Lutero
experimentó un cambio inesperado. Como consecuencia de un accidente que
por poco le cuesta la vida, y debido también a la muerte de un amigo y
compañero universitario muy íntimo, Martín había exclamado, en medio del
peligro:
"¡Líbrame,
Santa Ana; y me haré monje!". Aunque después Lutero lamentó mucho haber
hecho tal voto, creía que debía cumplir lo que había prometido. Poco
después ingresó en el monasterio agustino de Erfurt. No tenía intención
alguna de retractarse; no obstante, sus amigos le esperaron a las
puertas del monasterio durante dos días, creyendo que quizá cambiaría de
opinión. Su padre se disgustó mucho por la decisión de Martín de dejar
la abogacía para hacerse monje.
Lutero
estaba tan deseoso de cumplir a cabalidad el triple voto de pobreza,
castidad y obediencia, que había hecho al entrar en el monasterio, que
no le molestaba el tener que pedir limosna. Sin embargo, los profesores
y algunas otras personas de la universidad lo vieron; y les desagradó
mucho el ver el célebre y popular graduado de su universidad, mendigando
por las calles. Le pidieron al director del convento que se lo impidiera.
Así Lutero fue enviado al campo para que pidiera limosnas allí y no lo
hiciera en la ciudad.
En
febrero de 1507 Lutero fue ordenado sacerdote se le asignó una
habitación privada, en la cual podía estudiar cuando quisiera. Poco
después celebró su primera misa. Entre los regalos que recibió con tal
motivo estaba una Biblia empastada en cuero rojo. La estudió con
diligencia, pues tenía hambre de verdad. Ayunaba días seguidos, y pasaba
muchas noches enteras sin dormir, tratando de hallar la paz que buscaba.
Y sin embargo, nada de paz venía a su alma.
Sin
embargo, Dios lo estaba guiando. Lutero acostumbraba conversar
largamente con el prior del convento agustino, y así abrirle su corazón,
contándole sus problemas y conflictos. Un día, mientras hablaban sobre
el arrepentimiento, las palabras de su amigo produjeron en su corazón la
convicción del pecado. Leyó en las Escrituras hasta comprobar que las
palabras de su superior estaban en perfecto acuerdo con lo que decía la
Biblia. Desde entonces, el tema del arrepentimiento dejó de llenar de
amargura a su mente.
En
1508, a la edad de veinticinco años, y en reconocimiento a su
sobresaliente desempeño, Martín Lutero llegó a ser profesor de la
recientemente fundada universidad de Wittemberg. Durante los tres años
que había pasado en el monasterio, había aprendido griego y hebreo, y su
idioma materno era el alemán. Se ha dicho que ningún teólogo de aquella
generación pudo haber recibido una educación más esmerada que la que
recibió Martín Lutero. Dios estaba formando en él un carácter noble para
que fuera instrumento Suyo.
Las
conferencias que martín Lutero daba sobre la Biblia eran tanto
interesantes como instructivas para la gente, ya que por muchos años no
se había permitido que nadie leyera las Sagradas Escrituras, sino
únicamente los sacerdotes. Fue mientras estaba preparando una de estas
conferencias, que el versículo "El justo por la fe vivirá", (Romanos
1:17), cautivó su atención de una manera muy especial. Aun siendo
sacerdote, todavía estaba aprendiendo nuevas doctrinas al estudiar la
Biblia.
Mientras estudiaba y escudriñaba las Escrituras, Lutero se dio cuenta de
que algunos cambios eran necesarios en la iglesia. En compañía de otro
monje, hizo un viaje a Roma, conocida como la Ciudad Eterna, para
cumplir una comisión de su orden monástica.
Al
entrar en la ciudad, después de haber viajado seis semanas a pie, se
postró, exclamando: "¡salve, Roma, ciudad sagrada!", pues creía que en
aquella ciudad no había pecado. Sin embargo, casi de inmediato fue
desilusionado. Por todas partes empezó a ver a oír cosas que le
entristecieron y le dejaron escandalizado.
Allí
Roma, subió de rodillas lo que se conoce como "La Escalera de Pilato" o
también como "La Santa Escalera," procurando ganar indulgencias
adicionales. Mientras subía de rodillas esta escalera, Lutero oyó una
voz que le decía: "El justo por la fe vivirá". Esta verdad llegó a ser
la doctrina principal de la Reforma.
Refiriéndose a la ciudad de Roma, posteriormente Lutero dijo:"Roma es
una ramera. Tan grande y osada es la iniquidad de Roma, que allí ni se
teme a Dios ni al hombre, ni tampoco al pecado y a la vergüenza. Todo
hombre que ha visitado Roma puede testificar de esto; y todo hombre malo
sale de ella peor que nunca".
Dios
había permitido que Lutero viera las verdaderas condiciones de la
ciudad. Cuando la nueva luz penetró en su alma Lutero no retrocedió; ni
tampoco esperó que los demás monjes de su orden lo acompañaran. Por el
contrario, siguió adelante con Cristo.
Lutero
regresó a la universidad, con el texto "El justo por la fe vivirá"
ardiendo en su corazón. A su retorno fue nombrado decano de la facultad
de teología; y al año siguiente, o sea en 1512, le fue conferido el
doctorado en teología. En un principio estaba vacilante en cuanto a
recibir tal grado o no; pero más tarde estuvo agradecido de haberlo
aceptado, por cuanto le otorgaba el derecho de enseñar las Escrituras
tal como las comprendía.
Con
nuevo entusiasmo Martín Lutero se dedicó a sus responsabilidades como
profesor. Mientras enseñaba el libro de Romanos, la doctrina de la
Justificación por la fe nuevamente cautivó poderosamente su atención.
Cada
día más y más gente asistía a las conferencias que dictaba, pues en
ellas oían palabra de Dios proclamada como nunca antes lo habían oído.
Las enseñanzas de Lutero eran muy claras.
Lutero
no temía poner en tela de juicio las doctrinas de la iglesia, cuando
veía que eran contrarías a la palabra de Dios. Comenzó a predicarles a
los mismos monjes, en una capilla antigua que tenía un pulpito hecho de
tablas de un metro de alto. Fue allí donde nació la Reforma.
Mientras estudiaba las Escrituras que hablaban acerca de la justicia de
Dios, el alma de Martín Lutero fue libertada. Llegó a ser una nueva
criatura en Cristo Jesús; ya no esclavo de la iglesia Católico-romana,
ni del papa. Veía las Escrituras con nuevo entendimiento, y le eran más
y más preciosa cada día. La Biblia llegó a ser el centro de su
predicación y de su enseñanza. Más tarde diría en cuanto a la Biblia:
"Como el pasto para el rebaño y como el hogar para el hombre; como el
nido para el pájaro, como la peña para el gamo y como el arroyo para el
pez, así es la Biblia para el alma fiel".
Por el
mismo tiempo en que Lutero estaba experimentando su maravilloso
renacimiento por medio de la fe, otros curas y frailes estaba
enriqueciéndose grandemente por medio de indulgencias. Uno de ellos
dispuso que sus cobradores anunciaran: "tan pronto como la moneda suena
en el cofre, volando sale el alma fuera del purgatorio".
Sabiendo Lutero que el hombre era justificado por la fe, no podía
permanecer en silencio ante tal atrocidad. Predicaba intrépidamente en
contra de las indulgencias. Hablaba la verdad públicamente y sin temor.
Muchos de los que le oían se sentían muy preocupados; otros se
disgustaron profundamente; y otros más se enfurecieron.
La
Reforma Protestante declaraba que:
-
La
Biblia, y no la iglesia, es la autoridad para la vida cristiana;
-
No
se requiere dinero, ni buenas obras, ni ninguna otra cosa, para llegar
a ser cristiano, sino únicamente la fe; y
-
Que
todos los que creen en Cristo son sacerdotes, y no tan sólo una única
persona.
Después de haber hecho públicas sus tesis, Lutero descubrió que había
muchas otras personas, dentro de la iglesia Católica-romana, que
compartían dichas opiniones; pero que no se atrevían a expresarlas.
Lutero mismo corría el peligro de ser quemado vivo, por haberse atrevido
"a dudar que el papa tuviera potestad para perdonar pecados". El obispo
de Branderburgo, al momento en que arrojaba al fuego un leño encendido,
dijo: "No descansaré en paz, sino cuando haya arrojado a Martín al fuego
así como arrojo este leño".
Cuando
el papa se enteró de las tesis, creyó al principio que se trataba de la
obra de algún alemán borracho. Pensaba sinceramente que la persona que
las había escrito, pensaría de otra manera al estar sobrio. Sin embargo,
poco a poco sus propios fieles, y unos tras otro, comenzaron a declarar
su acuerdo con las enseñanzas de Martín Lutero.
Cuando
el papa se dio cuenta de que Lutero no era ningún alemán borracho, sino
más bien un monje y profesor universitario, le ordenó comparecer ante
Roma dentro de sesenta días. Para responder a la acusación de herejía.
Algunas personas que estaban trabajando con el Dr. Lutero por aquel
tiempo, le ayudaron, prometiendo pagar los gastos extremadamente altos,
para que el juicio se llevara a cabo en Alemania y no en Roma. Lutero
compareció ante el cardenal, prometiendo enmendar sus enseñanzas
solamente si de alguna manera hubiera informado mal al pueblo. El
cardenal insistía en que Lutero debía retractarse por completo de todas
las opiniones que había expresado. Después de varias entrevistas
infructuosas, Lutero fue puesto en libertad, ordenándosele no
presentarse nunca más ante al papa; a menos que fuera para retractarse.
Para
entonces los escritos de Martín Lutero tenían gran demanda. Parecía que
las palabras corrían libremente de su pluma; y en una ocasión admitió
que casi se escribían por sí mismas. Sin embargo, sabemos que fue por
medio de la dirección del Espíritu Santo que estos escritos llegaron a
ser tan grandes.
En
1520 escribió varios documentos, en los que definían claramente su
posición con respecto a la iglesia Romana. Estos se cuentan entre los
documentos más importantes de la historia, en vista de los efectos que
causaron, puesto que cambiaron por completo el curso de la historia
humana.
Lutero
puso en claro, tanto al hablar como al escribir, que el papa no era ni
supremo ni infalible. También puso en claro que había roto con la
iglesia de Roma para siempre. Se mantuvo firme en su convicción y, como
resultado, un numeroso grupo de monjes abandonó el monasterio en donde
dictaba clases, y retornaron a una vida normal, dedicando todo su tiempo
y energía a la causa de Cristo. Otros conventos siguieron este ejemplo.
Algunos quedaron casi desiertos, cuando muchas monjas salieron
retornando a la vida normal.
En
varias ocasiones Lutero fue llamado para comparecer ante diversos
representantes de la iglesia, para ver si había cambiado de opinión. En
cada una de ellas Lutero dio un testimonio claro de su fe en el Señor
Jesucristo.
Un día
Lutero fue secuestrado. Inesperadamente le pusieron una capa gruesa
sobre su cara, para que no supiera a dónde lo llevaban. Este secuestro
resultó ser, en realidad, un acto de misericordia. Algunos amigos,
temiendo que los enemigos le quitaran la vida, lo habían arreglado todo,
tomándolo prisionero como si fuera sus enemigos. Se le mantuvo escondido
en el viejo castillo de Wartburgo. Solamente el encargado del castillo
sabía quién era el preso. Las demás personas que residían en el
Wartburgo creían que era un caballero, pues estaba bien disfrazado. Casi
todo el mundo lo daba por muerto.
Este
cautiverio, sin duda, fue ordenado por Dios. En el castillo Lutero tuvo
mucho tiempo para meditar, y para escribir. Dominando el latín, el
griego, el hebreo, además del alemán, tradujo todo el Nuevo testamento
al idioma alemán en menos de tres meses. Poco después esta traducción
estaba en manos del pueblo. Luego siguió traduciendo al Antiguo
Testamento. Sin embargo, no fue sino hasta después de haber regresado a
Wittemberg, que la Biblia entera salió impresa en el alemán.
Más o
menos un año después de haber sido secuestrado Lutero regresó a
Wittemberg. Se lo necesitaba mucho. Al regresar, ocupó de inmediato el
puesto de líder que había tenido anteriormente. Corrigió al pueblo en
cuanto a sus ideas erróneas, y contestó, según la Biblia, a todas las
preguntas que se le hicieron.
El
matrimonio, prohibido hasta entonces para curas y monjas, llegó a ser
una práctica normal. Después de algún tiempo, habiéndose pensado bien,
el Dr. Lutero dejó a un lado su sotana, rehusó su titulo de monje, y el
13 de junio de 1525 se casó con Catalina von Bora, una ex-monja. En el
anillo de bodas de Martín, tanto como en el de Catalana, se leía la
inscripción: "lo que Dios juntó, no lo separe el hombre".
El
primer hogar de Lutero y su esposa fue un claustro agustino, del cual
todos los monjes habían huido. Dios bendijo al matrimonio, dándoles seis
hijos. Uno de ellos llamado Hans, estudio Leyes; otro, Pablo llegó a ser
médico. Era el ferviente deseo de Lutero que alguno de sus hijos
siguiera sus pasos, pero su hijo Martín, que fue el que comenzó a
estudiar Teología, murió antes de llegar a graduarse.
El
matrimonio suavizó y ablandó al reformador. Como esposo y padre, su
carácter alcanzó el grado mas noble y digno.
Aunque
se ha opinado que la reforma fue la obra mayor de la vida de Lutero, su
obra literaria también fue muy grande. Además, la música ocupaba un
lugar muy importante en su vida. Durante los años difíciles y
tormentosos, cuando la reforma apenas se iniciaba, Lutero escribió el
bien conocido himno "Castillo Fuerte es nuestro Dios". No solamente
escribió muchos himnos, sino que también compiló el primer himnario e
introdujo la práctica de cantar himnos congregacionales en los cultos de
la iglesia. Antes del tiempo de Lutero no había himnarios, y la
congregación no participaba en los cantos.
Lutero
también organizó un sistema de visitación entre las iglesias. Un líder
hábil y capaz visitaba, de tiempo en tiempo las iglesias, para ayudarles
en lo que fuera necesario. Formuló una lista de instrucciones que
pudieran servir de guía a los pastores locales. Cuando vio que se
necesitaba un orden del culto, lo escribió detalladamente, y lo insertó
en los himnarios que ya se estaban usando. Hizo que el sermón llegara a
ser el mismo corazón y alma del servicio público de adoración.
A
menudo se ha llamado a Lutero el "padre de la escuela pública". Fue él
el primero que se dio cuenta de que, a menos que se enseñara a los
campesinos a leer, ellos siempre estarían retrasados en su crecimiento
espiritual. Por consiguiente, hizo planes para un curso de estudio que
se debía seguir en la educación de la juventud de aquellos días. Su
influencia en el establecimiento de las escuelas para el público en
general, fue enorme.
En
1527 Lutero se enfermó gravemente, y pensó que pronto moriría; sin
embargo, no se murió. Continuó trabajando para el señor hasta 1546. en
aquel año, a pesar de que no se encontraba bien de salud, hizo un viaje
en invierno, el 23 de enero. Al llegar a Eisleben, su salud empeoró
bastante. Sin embargo, predicó cuatro veces, sirvió la Cena del señor en
dos ocasiones, y ordeno a dos ministros. Para el mes de febrero su salud
había empeorado seriamente. Lutero estaba seguro que los días de su vida
estaba contados.
"¿Mueres
firme en la fe que has enseñado?" le preguntaron mientras yacía
moribundo. "Si", contestó Lutero. Entre las dos y tres de la madrugad
del 13 de febrero de 1546, se fue para estar con el Señor a Quien había
aprendido a amar con tanto fervor.
El Dr.
Martín Lutero había muerto, pero su obra y su influencia sigue en vigor
hasta el día de hoy. Si no se hubiera sido por este gran siervo de Dios,
la fe protestante, que gana hombres y mujeres para Cristo, que los saca
de las tinieblas y los lleva a la luz, no existiría como ministro activo
en la actualidad. |