CAMINANDO EN LA BRECHA
POR RUBEN MORA
Vivimos hoy en la sociedad más diversa sobre la
faz de la tierra. La gran olla americana no solamente está
compuesta de muchas nacionalidades, sino también de culturas,
puntos de vistas, e intereses diferentes. Por tal razón, resulta
que muchos han aceptado la cultura que domina mientras que otros se
han aferrado a su forma de ser, creando división y barreras entre
nosotros mismos.
Si analizamos cualquier iglesia latina,
seguramente tendrá diferencias que chocan. Mayormente, habrá dos
culturas diferentes en conflicto. Por una parte, tendremos a los
latinos que nacieron en los Estados Unidos cuya crianza reflejará
los valores y formas americanas aunque an también latinas. Por otro
lado, tendremos a los latinos que nacieron y fueron criados en países
latinos, cuya identidad estará definida por sus lugares de
nacimiento.
Resulta que a causa de antecedentes diferentes, jóvenes
latinos se encuentran con muchos dilemas aun no resueltos. Por
ejemplo, ¿debemos adorar al Señor en inglés, y como tal perder
nuestra identidad? ¿o en español y perder a nuestra juventud y la
generación más joven? ¿En que idioma debe predicar el pastor? ¿Es
correcto ir al cine, o no? ¿Es de cristianos el usar maquillaje? ¿Estamos
imitando al mundo cuando usamos aretes y el vestido de mujer que no
mida al menos dos dedos bajo la rodilla? Yo sé que estos puntos
parecen un poco insignificantes pero conozco a muchos hogares
divididos por éstas mismas diferencias.
En nuestra básqueda de la harmonía en nuestras
iglesias, sería un beneficio el observar una ocurrencia semejante
en el pasado, registrada en Hechos 6:1-7. Después de todo, alguien
ha dicho que "la historia siempre se repite," y este capÌtulo
nos ofrece una situación en la iglesia del primer siglo que es
semejante a la nuestra.
¿Cuál era el problema de la iglesia original? El
conflicto existía entre los judíos hebreos, o sea, (nativos judíos
cristianos que hablaban arameo, una lengua semita) y los judíos
griegos (judíos cristianos que hablaban griego, que fueron
esparcidos por otras tierras pero se convirtieron en pentecostés).
Los judíos que hablaban griego se quejaban que sus viudas no eran
atendidas correctamente. Pudo ser que este favoritismo seguramente
no ocurrió a propósito, pero lo más probable, fue causado por la
barrera del idioma. Si ellos no podÌan comunicarse apropiadamente,
sus necesidades hubiesen continuado ignoradas. Esto es un punto
importante no solamente para aquellos tiempos, sino que también es
pertinente a la iglesia de hoy. Si fallamos en ministrar en la
"lengua del alma" de una persona, no vamos a alimentarla
apropiadamente.
En Hechos 6:1 se puede leer sobre an otro problema
que la iglesia del primer siglo comparte con iglesias latinas. Surgió
porque el nmero de discípulos crecía. Por más personas que se añadían,
mas fricción ocurría. El crecimiento es una espada de doble filo.
Si algo crece, puede ser que demuestra unidad. Pero el crecimiento
mismo puede traer intereses diferentes dando lugar a la desunión.
El crecimiento es bueno porque queremos que discípulos sean añadidos
pero también se presta a que ciertas diferencias surjan. ¿No es
esto exactamente el problema que tenemos hoy? Si cualquier iglesia tÌpica
sigue añadiendo puertorriqueños, mexicanos, cubanos, guatemaltecos...(ya
tienes la idea), y le añadimos el lenguaje y estilo americano que
se nos infiltra, encontraremos desacuerdos sin lugar a dudas.
¿Habrá alguna solución para este dilema que
sigue creciendo? Veamos lo que hicieron los doce apóstoles. Ellos
encontraron a siete hombres respetados que hablaban griego al igual
que arameo y los pusieron a cargo. Esto resolvió mas o menos su
problema. Para ser elegidos, estos hombres tenian que tener las
cualidades siguientes:
1. Hombres de Buen
Testimonio: Necesitamos una vez más tomar en cuenta la
importancia de hallar hombres de buen testimonio. Nos hubiéramos
ahorrado bastante pena si hubiésemos reconocido hace tiempo que lo
que necesitamos ver es el carácter de un seguidor de Dios. Este
testimonio no está basado tanto en la apariencia externa, sino en
el corazón. Es tiempo de que miremos dentro de la persona donde los
frutos del reino se ven realmente.
2. Hombres Llenos del Espíritu:
Nuestras diferencias no serán suplidas hasta que nos llenemos del
ánico agente de unidad que existe-el Espíritu Santo. La mayoría
de los desacuerdos surgen porque seguimos tras nuestros propios
intereses y no permitimos que otros opinen sobre ellos. Pero si el
Espíritu está presente, y estamos en acuerdo con Èl, nuestras
diferencias serán resueltas bajo su dirección.
3. Hombres llenos de
Sabiduría: Necesitamos hombres capaces que se hagan a
cargo de la obra de Dios. He visto a personas con gran conocimiento
pero con poca sabiduría hacia las cosas normales de cada día. El
conocimiento es información en la cabeza; la sabiduría es la
habilidad de usarla y aplicarla hacia el reto de vivir cada día. Si
solamente aplicáramos algunos de los principios bíblicos que
sabemos, construiríamos muchos puentes para sanar en nuestras
iglesias.
Como latinos, tenemos el mismo evangelio pero no
la misma cultura. Todos tenemos la misma sangre pero no los mismos
intereses; por lo tanto, necesitamos encontrar un terreno comán. La
mayoría de las cosas que nos dividen son culturales, no
escriturales. Nuestras culturas tienen diferentes estilos de
alabanza y adoración. ¿Es esto realmente una diferencia bíblica?
Obviamente, si lo fuera, entonces yo razonaría
que las rancheras no son de Dios porque David nunca cantó ni una, o
la salsa, merengue o lo que sea. Entendamos entonces que estas
afinidades son culturales y respetemos los gustos de los otros. Algo
tiene el poder de causar la división pero no tiene que dividir.
Mi remedio final puede
ser dicho así:
- a) No sigamos el legalizo que resulta por ser
de países latinos y terminan con costumbres parecidas a las de
los fariseos. Ministremos a las necesidades del corazón
primeramente y el resto quedará en su lugar. Dejemos que la
gracia tome su curso.
- b) Celebremos la belleza de nuestra diversidad.
Si todos lo mismo seríamos un pueblo aburrida.
- c) Mantengamos una actitud de servicio entre
unos a otros; una actitud que valoriza a todos y que emane la
humildad y el respeto.
- d) Por amor a Dios, pidámosle a ese joven
sentado en la banca haciendo nada que por lo menos ayude como
interprete. Muchas veces fallamos en reconocer el valor de los jóvenes
y en emplear sus recursos.
- e) Pongamos a un lado nuestra agenda personal y
busquemos con vehemencia a satisfacer las necesidades de otros.
¿Cuál será el resultado? El versículo siete
del sexto capítulo de Hechos nos da tres respuestas: "Y crecía
la palabra del Señor y el námero de los discípulos se
multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos de los
sacerdotes obedecía á la fe."