Antes de la caida nuestros primeros padres habían guardado el
sábado, que habla sido instituido en Edém y después de su expulsión del Paraíso continuaron su
observancia. Habían gustado de los frutos amargos de la desobediencia, y habían aprendido lo que todo aquél que pisotea los mandamientos de Dios aprende tarde o temprano— que los preceptos divinos son sagrados e
inmutables. y que el castigo por la transgresión será ciertamente impuesto. El sábado fue honrado por todos los hijos de Adán que permanecieron
leales a Dios. Pero CaIn y sus descendientes no respetaron el día en que Dios
había descansado. Eligieron para sí mismos el momento de trabajar y de
descansar, haciendo caso omiso del mandato expreso de Dios.
Bendecido por el reposo y bendición del Creador, el sábado
fue observado por Adán en su inocencia en el santo Edén; por Adán, caído
pero arrepentido, cuando fue expulsado de su feliz estado. Fue observado por
todos los patharcas, desde Abel hasta Noé el justo, a Abraham, a Jacob. Cuando
el pueblo elegido estaba en cautiverio en Egipto, muchos, en medio de la
idolatría reinante perdieron el conocimiento de la ley de Dios; pero cuando
Dios liberó Israel, proclamó su ley con gran poder a la asamblea de la
multitud, para que supieran su voluntad, y le temieran y obedecieran para
siempre.
Desde aquel día hasta nuestros días, el conocimiento de la
ley de Dios ha sido conservado en la tierra, y el sábado del cuarto mandamiento
ha sido observado. Aunque a menudo en medio de reproches y persecución, ha
existido constantemente un testimonio de la ley de Dios, y de la sagrada
obligación hacia el día de reposo de la creación.
El sábado, como memorial del poder creador de Dios, le
señala como el creador de los cielos y la tierra. Por consiguiente es un
testimonio constante de su existencia y una señal de su grandeza, su sabiduría,
y su amor. Si el sábado hubiera sido observado siempre, no habría podido
existir ni un sólo ateo ni idólatra.
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La institución del sábado es tan antigua como el mundo
mismo. Fue
observado por todos los patriarcas, desde la creación. Durante la
esclavitud en Egipto los israelitas fueron obligados a violar el sábado
por sus opresores, y en gran manera perdieron la visión de su santidad.
Cuando la ley fue proclamada en el Sinaí las
primeras palabras del cuarto mandamiento fueron “Acuérdate del
día de reposo para santificarlo.”—mostrando que el sábado no fue
instituido entonces; nos apunta
hacia
la creación para encontrar su origen. Para borrar la ley de Dios de la mente de
los hombres, Satanás se propuso destruir este gran memorial. Si puede conseguir
que los hombres olviden a su Creador, no harían ningún esfuerzo para resistir
el poder del maligno, y Satanás se aseguraría su presa.
"Desde
aquel día hasta nuestros días, el conocimiento de la ley de Dios
ha sido conservado en la tierra, y el sábado del cuarto
mandamiento ha sido observado" |
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