ARMAGEDÓN:
Su ubicación y significado
A causa de que la sexta plaga de Apocalipsis
16:12-16 contiene referencias específicas a determinados sitios
geográficos -Eufrates y Armagedón-, se le concedió mayor
atención que a las plagas precedentes que se refieren de un
modo más general a las úlceras, la sangre, el calor y la
oscuridad. Ante el gran interés en estas referencias
geográficas, se debiera examinar con mayor detalle la
ubicación y la imaginería veterotestamentaria de la que surgen.
La Bablionia histórica y el Eufrates
El río Eufrates, mencionado en el versículo
12, es bien conocido y no hay problemas en identificar lo que
representa. El curso del río nos conduce a la ciudad de
Babilonia, y la referencia al secamiento de sus aguas nos
remonta a un evento histórico en los tiempos del Antiguo
Testamento, cuando la súbita reducción de su caudal
contribuyó a la caída militar de Babilonia. Los ejércitos de
Media y de Persia, en el este, marcharon para conquistar
Babilonia en el mes de Tisri (Octubre) del año 539 AC, e
ingresaron a la ciudad caminando por el lecho del Eufrates.
Según Herodoto (Los nueve libros de la
historia, Madrid, Hyspamérica, 1982 , págs. 72-74), los persas
desviaron el Eufrates en canales que habían cavado y, de este
modo, consiguieron entrar a la ciudad por el lecho del río. Si
bien los persas posiblemente pudieron controlar la ciudad de
Babilonia por este medio, es improbable que hubieran
desarrollado el gran proyecto de ingeniería hidráulica que
describe Herodoto. Las fechas de la Crónica de Nabonido arguyen
en contra de un proyecto de esta magnitud. Ciro atacó al
ejército babilonio en Opis, en el Tigris, a principios de Tisri
(acerca de la descripción, véase A. L. Oppen heim, "Babyionian
and Assyrian and Historical Texts", ANET [ Ancient Near
Eastern Texts], pág. 306). Luego cayó Sippar, el 14 de Tisri,
y dos días después una división de las tropas de Ciro
conquistó Sabilonia.
No sólo las fechas vinculadas con esta
campaña indican que los persas no se preocuparon por
desarrollar un esquema tan elaborado como el que pinta Herodoto,
sino que el mes en que ocurrió demuestra que tal estratagema
era innecesaria. La corriente del Eufrates está en su mayor
reflujo en Tisri, por lo que la misma naturaleza preparó la
ruta del río para que los persas ingresaran en la ciudad. De
este modo, un rey del este - Ciro - penetró victorioso en
Babilonia gracias a la bajante de las aguas del Eufrates. Este
episodio condujo a la liberación del pueblo de Dios, porque
Ciro fue, el que permitió que los judíos en el exilio
regresaran a su tierra (Esd. 1-2).
Todos estos eventos fueron descriptos
proféticamente en Isaias 44: 24-45: 6. En estos textos, Yahwéh
habló a las aguas y benefició a Ciro: "¡Sécate! Yo
desecaré tus ríos" (Isa. 44: 27, BJ). Por lo tanto, la
caída no se produjo gracias a la ingeniería persa, sino por el
decreto del Dios que ejerce la soberanía sobre la naturaleza.
En estos eventos Ciro actuó como agente de Yahwéh, y por esta
razón se designó como el pastor ungido por Yahwéh. Dios
también prometió "abrir delante de él las puertas, y las
puertas no se cerrarán... quebrantaré puertas de bronce, y
cerrojos de hierro haré pedazos" (Isa. 45: 1, 2). Nunca se
determinó cómo se abrieron las puertas que daban al río. A
causa de que Nabonido era un rey impopular en Babilonia, se
conjeturó que hubo conspiradores dentro de la ciudad que
abrieron las puertas a los conquistadores. Otra posibilidad
puede ser la perspectiva que se ofrece en lsaías 45: 1, 2, por
lo que el interrogante podría ser si la misma mano que
escribió en la pared del palacio, en la misma noche que cayó
Babilonia (Dan. 5: 5, 25), abrió las puertas de la ciudad a los
persas.
Cuando se considera la analogía de
Apocalipsis 16: 12 con el histórico secamiento del río
Eufrates, aparece un hecho medular: la fraseología de
Apocalipsis se refiere a la venida de una figura mesiánica que,
en virtud de su victoria, liberará al pueblo de Dios.
Las "aguas de Meguido" y el "monte de Meguido"
El pasaje que se refiere a la sexta plaga no
describe una batalla, sólo los preparativos para ella. En los
aprestos para la próxima batalla del "gran día del Dios
Todopoderoso" (Apoc. 16:14), se reúnen las fuerzas de una
triple coalisión maligna en el lugar que en hebreo se llama
Armagedón" (Apoc. 16: 16). En el pasaje que se refiere al
comienzo de la plaga, debe observarse la diferencia entre la
figura revelada aquí y la que se emplea en el caso del
secamiento del Eufrates. El río que desciende por el valle de
Jezreel y pasa junto a Meguido hacia el mar, no es el Eufrates,
sino el Cisón. A su vez, es Babilonia, y no Meguido, la ciudad
que está ubicada junto al Eufrates en Mesopotamia. Esta mezcla
de metáforas históricas pareciera ser intencional, y debería
comunicarnos algo acerca de la naturaleza de la batalla del gran
día del Dios Todopoderoso que sigue a esta plaga. Esto mismo
debería advertir al comentador contra el excesivo literalismo
de interpretar estas referencias en un marco de entidades
políticas actuales en el Medio Oriente o en otra parte.
La analogía profética o la lección que se
extrae de este marco histórico del Armagedón sólo puede
determinarse luego de que se precise cuál es el lugar al que se
refiere. Lamentablemente, esto no ha sido fácil, y hubo grandes
discrepancias entre los comentadores bíblicos, como lo dice G.
E. Ladd: "El vocablo 'Armagedón' es difícil de
interpretar; el equivalente hebreo sería har-megidon -el monte
de Meguido-. El problema es que Meguido no es un monte, sino una
llanura ubicada entre el Mar de Galilea y el Mediterráneo, es
parte del Valle de Jezreel (Esdraelón). Fue un famoso campo de
batalla en la historia de Israel. En Meguido, Débora y Barak
derrotaron al cananeo Jabin (Jue. 5: 19); Jehú mató a Ocozías
(2 Rey. 8: 27; véase además 2 Rey. 23: 29; 2 Crón. 35: 22).
No es claro por qué Juan se refiere al Monte Meguido. R. H.
Charles dice que en la literatura hebrea no hay una
interpretación convincente que aclare esta frase... Pero
cualquiera sea la procedencia del nombre, lo evidente es que
Juan menciona con el nombre de Armagedón el lugar de la batalla
final entre los poderes del mal y del reino de Dios" (G. E.
Ladd, A. Commentary on the Revelatión of John, [Grand Rapids,
Mich., 1972], pág. 216)
Una atención más estrecha a la geografía
de Palestina hubiera ayudado a evitar la trampa en la que
cayeron Lad y otros comentadores. Si bien Meguido no era un
monte ni tampoco una planicie, era una ciudad. Como tal, estaba
ubicada en la llanura o en el valle denorrrinado Jezreel o
Esdraelón. La ciudad no es la que da el nombre al valle, y
tampoco recibe su nombre por el valle en que está ubicada. Sin
embargo, es posible identificar diferentes aspectos de la
topografía de los alrededores de las ciudades antiguas
denominándolas según el nombre de la ciudad -práctica muy
común en hebreo-, y cuando se lo hace se emplea una
construcción lingüística concatenada expresada por un
genitivo posesivo. Este es el caso de Jueces 5: 19, que ubica el
campo de batalla donde las fuerzas de Jabin y Sísera
encontraron a las de Débora y Barak en la vecindad de las
"aguas de Meguido".
¿Cuáles son las "aguas de Meguido"?
Un vistazo fugaz a la topografía del Valle de Jezreel y una
lectura al canto de Débora, es suficiente para identificarlos.
Meguido estaba ubicada en el sector sur de la llanura de
Esdraelón, y el curso de agua que recorría el valle, y
también Meguido, era el Wadi Cisón. En verdad, la
identificación del "torrente de Cisón" con "las
aguas de Meguido" se establece claramente en Cantico de
Débora (compare Jue. 5: 21 con 5: 19).
El punto aquí es que Yawéh, el Dios que lo
controla todo y emplea los elementos de la naturaleza para que
sirvan a sus propósitos, trajo la tormenta de lluvia que anegó
el Cisón y lo desbordó. La lluvia y el río desbordado
transformaron el valle de Jezreel en un lodazal donde los carros
cananeos se empantanaron y no pudieron maniobrar. De este modo,
Dios le dio a su pueblo una gran victoria junto a las "aguas
de Meguido".
Por analogía con este marco histórico y con
la cadena constructiva del genitivo posesivo, "las aguas de
Meguido" y el "monte de Meguido" debieran estar
cerca de la ciudad. Meguido estaba ubicada al pie de la falda
norte de la zona a la que los geógrafos modernos de Palestina
denominan comúnmente como la cadena montañosa del Carmelo.
Sinembargo, la Biblia no utiliza jamás esta terminología
específica. La referencia al Carmelo aparece veinte veces en el
Antiguo Testamento, y en dieciséis de ellas aparece como un
nombre de lugar sin estar conectado con un determinativo como
"monte" o "montañas". En tres de las
dieciséis veces se lo compara poéticamente con Basán y
Transjordania (Isa. 33: 9; Jer. 50:1 9 y Neh. 1: 4), y en una
ocasión se lo compara con Sarón, la planicie que se extiende
hacia el sur (Isa. 35: 2).
En cuatro ocasiones se identifica al Carmelo
con determinativos, que siempre están en singular: "el
monte de Carmeio" o "Monte Carrnelo" (nunca
"los montes de Carmelo"). Dos de estas referencias
relatan la experiencia de Elías (1 Rey. 18: 19, 20), y otras
dos surgen de la narración referente a Ellas (2 Rey. 2: 25; 4:
25). Así como la expresión "las aguas de Meguido" se
refiere al río que corre junto a Meguido, pero al que se lo
conoce con otro nombre - Wadi Cisón-, también el "monte
de Meguido", bien podría identificarse con la montaña
vecina a Meguido, aunque se la conoce con otro nombre: el Monte
Carmelo. Sobre la base de esta proximidad geográfica, así como
la analogía histórica y textual, "el monte de Meguidó(n)"
en Apocalipsis 16: 16 puede identificarse con el Monte Carmelo.
La antigua batalla en el monte de Meguido y la analogía con
Apocalipsis 16:16
El monte de Meguido, en Apocalipsis 16: 16,
no sólo podría identificarse con el Monte Carmelo desde una
perspectiva geográfica, sino que también se podría establecer
una conexión histórica. Así como la imagen del secamiento del
Eufrates se extrae de una batalla histórica en tiempos de Ciro,
por la que se conquistó Babilonia, y así como la batalla junto
a las aguas de Meguido se refiere a una batalla específica y
famosa en el valle de Jezreel, así también el Monte Carmelo
fue el sitio de otra batalla histórica famosa en la Escritura:
la batalla entre Elias y los profetas de Baal (1 Rey. 18). Esta
batalla no se libró empleando la fuerza de las armas, sino que,
por el contrario, fue un conflicto intensamente espiritual. Esta
es la batalla de la que puede extraerse la imagen de la cual
depende "la batalla de Armagedón" en Apocalipsis.
Todos los principales elementos posteriores tienen un
paralelismo con 1 Reyes 18 en una forma histórica concreta.
Si el dragón de Apocalipsis 16: 13
representa el poder del estado civil de un modo u otro, entonces
ese poder lo representó Acab en el conflicto del Monte Carmelo.
Si la bestia de Apocalipsis 16: 13 está vinculada con la de
Apocalipsis 13 y con la mujer impura de Apocalipsis 17, 18 como
una manifestación de religión apóstata, entonces ese elemento
lo representó Jezabel en el encuentro en el monte Carmelo (véase
además la referencia a Jezabel en Apoc. 2: 20). Por supuesto,
se admite que Jezabel, de acuerdo con 1 Reyes 1 9: 1, no estuvo
presente en la lucha, aunque fue ella la que, como princesa
fenicia y reina de Israel, inculcó el culto a Baal en la
urdimbre y la trama de la vida del reino del norte. El tercer
elemento que une sus fuerzas al monte Meguido, según
Apocalipsis 16: 13, sería el falso profeta. Esta es la primera
vez que la expresión "falso profeta" aparece en el
libro de Apocalipsis. Los falsos profetas fueron claramente
representados en el monte Carmelo, allí había 850 de ellos (1
Rey. 18: 19). (Elías, como puede notarse, salió del este,
desde Tisbe en Gaiaad.)
Finalmente, el fuego que descendió de Dios y
consumió el sacrificio de Elias y todo lo que lo rodeaba,
terminó con la contienda sobre el Monte Carmelo. Los profetas
de Baal fueron pasados por la espada en el Wadi Cisón. Una vez
más, debe enfatizarse que la sexta plaga no describe la lucha
real de una batalla, sólo los preparativos para la contienda.
El dragón, la bestia y el falso profeta llaman a todos sus
seguidores a reunirse en el Monte de Meguido, así como Elías
citó a Acab y a todo Israel en el monte Carmelo para librar la
contienda. Sin embargo, la batalla que se prepara en el
transcurso de la sexta plaga se libra en Apocalipsis 19: 11-21.
Esta es la batalla de Armagedón, o más apropiadamente, la
"batalla del gran día del ¡Dios Todopoderoso" (Apoc.
16: 14). Esta batalla se peleará cuando Cristo venga del cielo
como Rey de Reyes y Señor de Señores junto con su ejército de
huestes celestiales. Y la victoria se alcanzará de un modo
similar, por el fuego que caerá y consumirá a la bestia y al
falso profeta (Apoc. 19: 21), y por la espada que terminará con
sus seguidores (vers. 21). Esta espada utilizada como en los
tiempos de Elías, es la espada que sale de la boca del Rey de
Reyes (vers. 15, 21).
Conclusión
Sobre la base de la analogía con el marco
histórico del Antiguo Testamento que proporcionan las imágenes
de Apocalipsis 16: 16, este conflicto final debiera ser
fundamental y esencialmente un conflicto espiritual, en el que
los principales contendientes son seres sobrenaturales: Cristo y
su archienemigo, "el gran dragón, la serpiente antigua,
que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero"
(Apoc. 12: 9). El desafío para el pueblo de Dios en ese tiempo
será el que confrontó Elías cuando oró ante la asamblea:
"Jehová Dios de Abrahán, de lsaac y de Israel, sea hoy
manifiesto que tú eres Dios en Israel,... para que conozca este
pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que tú vuelves a ti
el corazón de ellos" (1 Rey. 36, 37). Y la respuesta de
fidelidad en ese tiempo encontrará una expresión adecuada en
la aclamación de la asamblea reunida en el Carmelo: "¡Jehová
es el Dios, Jehová es el Dios!" (vers. 39).
William H. Shea
Williarn H. Shea es profesor de Teologia en la Universidad
Andrews, Michigan, Estados Unidos.
El autor nos ofrece una perspectiva bíblicamente
fundamentada, de uno de los temas que siempre fue objeto de la
especulación y de la reflexión teológica respecto de sus
posibles significados.
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