Es importante tratar de entender el contexto en
el cual ofreceré mi estudio. ¿De qué personas se trata? ¿Hay
situaciones particulares que han determinado el tema? ¿Han venido
estudiándolo, o seguirán haciéndolo después de mi presentación?
Leer el texto más de una vez
Casi desde el momento de aceptar la invitación,
el tema empieza a darme vueltas en la cabeza. En momentos libres,
durante lecturas, o mientras escucho a otros predicadores empiezo
a repasar el material bíblico.
Leo repetidas veces el libro o pasaje elegido
para empaparme del material, sentirle el gusto. Procuro entender
el pasaje antes de recurrir a comentarios o manuales. Sin embargo,
con los años, uno tiene que reconocer humildemente que la memoria
guarda ideas y materiales recibidos de otras personas, oralmente o
mediante lecturas, y que estos afloran cuando empezamos a
considerar un pasaje bíblico.
Esta lectura inicial es clave. A veces he leído
tres o cuatro veces todo un libro, antes de bosquejar las
exposiciones. Hago esta lectura inicial en diversas versiones,
pero me gusta en especial la Versión Popular; ahora
tenemos la Nueva Versión Internacional, que es ideal para
el estudio. Para quien sabe griego y hebreo, la lectura en las
lenguas originales ayuda mucho más. Como no soy experto, en este
punto hago uso de las notas textuales de algunas versiones y de la
versión interlinear, que ofrece el texto griego con una traducción
literal.
Buscar la clave
A veces, en esta etapa inicial ya puedo
visualizar el esquema de lo que va a ser mi exposición. Otras
veces, demora en llegar. Un buen bosquejo es importantísimo,
tanto para ser fieles al contenido de un pasaje como para exponer
con claridad y para que sea fácil de recordar para los oyentes.
Como la clave para el bosquejo me puede venir
en. cualquier momento, trato siempre de tener a la mano una
libreta o unas tarjetas para anotar las ideas, para que no se me
escapen.
Consultar referencias
Viene luego la consulta de otros materiales.
Busco respuesta a problemas planteados por textos difíciles,
datos sobre el contexto histórico o cultural, personajes o
lugares desconocidos, temas teológicos o doctrinales. El Nuevo
Diccionario Bíblico, de Certeza, es una herramienta muy
valiosa.
Los diccionarios y comentarios bíblicos
orientan sobre el sentido en que se usan determinadas palabras,
cuestiones lingüísticas y gramaticales, sutilezas del pasaje e
interpretaciones que se han dado a lo largo de la historia
cristiana.
Todo este material ayuda a comprender mejor el
texto. La información adicional sirve también para amenizar la
exposición. Trato de ser honesto al exponer un pasaje, y no
evitar los puntos difíciles que se prestan a la controversia.
Para ello es indispensable el estudio.
Elaborar el bosquejo
Una vez que yo mismo he comprendido el pasaje,
que he sentido de nuevo o por primera vez la fuerza de su
significado, ya tengo el alimento que voy a procurar compartir.
Un factor importantísimo es que me tiene que
haber tocado y entusiasmado a mi primero) para poder comunicarlo a
otros con entusiasmo. Por eso son importantes la oración y la
meditación; el esfuerzo y la revisión de vida nos ayudan a tener
presente lo difícil que es practicar la Palabra, aun cuando se la
entiende.
Finalmente viene la tarea de arreglar y
disponer el material de manera que resulte atractivo y nutritivo.
Procuro que los títulos y subtítulos sean interesantes y que
tengan cierta uniformidad, cierta armonía, porque eso ayuda a
captar y a recordar. Es importante que haya un hilo conductor
claro, un desarrollo del pensamiento. Estoy convencido de que esta
búsqueda de coherencia, claridad y belleza formal es muy
importante, casi tan importante como el cuidado de que lo que
trasmitimos sea verdad bíblica y no simplemente elocuencia o
invención humana.
Escuchar a los hijos
Un especial desafío al que tuve que responder
fue el ministerio de la Palabra dentro de mi propia familia.
Cuando con mi esposa Lilly y mis hijos empezamos a dedicar tiempo
específico a leer historias bíblicas en familia, las preguntas
sencillas y honestas de los chicos nos desarmaban muchas veces.
Había parábolas que no les gustaban porque le parecían injustas,
como aquella del huésped al que sacaron del banquete porque no
tenía ropa apropiada. Pero también había historias que los
entusiasmaban y nos hacían terminar de rodillas, agradecidos a
Dios.
Cuando llegó la adolescencia de mis hijos y
podíamos discutir mis sermones alrededor de la mesa, aprendí
muchas lecciones de humildad y de dependencia de Dios para lo
desconocido o difícil. Y más de una vez me vi obligado a
redoblar mi estudio.
Necesitamos esperar y escuchar las preguntas de
nuestros hijos, discípulos y oyentes si realmente queremos ser un
canal eficaz de lo que Dios quiere decirnos hoy.
La Palabra viva
Hoy estamos sintiendo los efectos de lo que se
llama posmodernidad. Uno de ellos, que observo en el ámbito
urbano de clase media y entre universitarios, es el rechazo a la
extrema racionalidad de la cultura 'moderna', y la afirmación,
como reacción, del sentimiento y la intuición como caminos
nuevos de conocimiento.
Hay quienes perciben al estudio y a la exposición
bíblica como hijos de la modernidad y por ello inservibles para
nuestra época. Esto hay que pensarlo
despacio y con cuidado. Creo que, junto con el
valor que tiene el análisis del texto, tenemos que reconocer la
importancia de la síntesis al escuchar y entender el texto. junto
con el esfuerzo por la comprensión lógica, es bueno aprovechar
lo que la contemplación y la meditación agregan, como valiosas vías
de acercamiento al Dios que nos habla en la Biblia.
La cultura está regresando a una fase más
oral que escrita; la narrativa, como forma de comunicación, ha
adquirido gran importancia. Para quien se nutre de la Biblia y
quiere enseñarla hay aquí una oportunidad hermosa. La Biblia es
en realidad una maravillosa narración compuesta de una gran
cantidad de pequeñas historias. Tiene que poder comunicarse así.
Hay que aprender a narrar otra vez. Pero no vamos a presentar
historias fantásticas o mitos paganos, por muy interesantes que
estos sean. La única historia que le da pleno sentido al universo
y a nuestra historia humana es la historia de Jesús.
Para conocerla hemos de oírla, hemos de
considerarla y nutrirnos de ella día tras día, con horizontes
nuevos siempre. Ello demanda oído atento, mente alerta, imaginación
dispuesta, lápiz y papel (lap - top, si quieren y pueden),
rodillas de oración, método de estudio, tiempo y trabajo. Y
sobre todo, disposición a obedecer. No hay otra forma de
conocerla a fin de que podamos entonces narrarla nosotros también.
Todo debe llevarnos al momento crucial cuando
sentimos que la Palabra nos posee, nos ha interpelado a nosotros,
nos ha juzgado o consolado, porque estamos escuchando la voz
de Dios y del Señor Jesucristo, quien es el centro de la Palabra.
Entonces sentimos una verdad que nos quema, y que, aunque nos
sabemos indignos del honor de ser portadores de ella, no podemos
callar.
Tomado del libro: Así leo la Biblia
Editorial Certeza Unida
Autor: J. Atiecia, S. Escobar, J. Stott