El
Significado del Sacrificio de Jesús
Frank
González
¿Qué
fue lo que logró Cristo a través de su sacrificio en la cruz? La
Biblia enseña que la cruz nos trae la salvación. Y no es asunto de
magia o superstición, sino que allí es donde vemos el amor de Dios
revelado a nosotros.
Además,
la Biblia nos asegura que el Salvador "es la víctima por
nuestros pecados. Y no sólo por los nuestros, sino también por los
de todo el mundo" (1 S. Juan 2:2).
En primer
lugar, Cristo no limitó su sacrificio para que beneficiara únicamente
a cierto grupo de personas. Al gustar la muerte "por todos",
padeció el castigo por el pecado que le corresponde a cada uno, y
que la Biblia define como la "segunda muerte" (Apocalipsis
2:11).
En
segundo lugar, así como "todos" pecaron, también "todos"
"son justificados gratuitamente por su gracia". Esto es lo
que sucedió en la cruz. Cuando Dios abrazó a su Hijo, abrazo al
mundo entero. ¡Jesús llegó a ser uno con nosotros!
En tercer
lugar, debido al sacrificio de Cristo, Dios no les estaba "atribuyendo
a los hombres sus pecados" (2 Corintios 5:19) En vez de eso, se
les atribuyó a Cristo. Por ello, ninguna persona perdida puede
sufrir la segunda muerte hasta después del juicio final, cuando Jesús
ya haya regresado. Ese castigo final sólo puede ser aplicado después
de la segunda resurrección que describe Apocalipsis 20. Y aunque
parezca extraño es verdadero: hasta este momento, ningún ser
humano está sufriendo el castigo por sus pecados. Cristo mismo
sufrió dicha pena y, por eso, todos los seres humanos seguimos
vivos. Nuestra vida fue comprada por él.
En cuarto
lugar, todos podemos ser redimidos si escuchamos y creemos en su
sacrificio. Claro que podemos rechazar la oferta de la redención si
nos resistimos a la gracia divina.
Todo ser
humano le debe la vida al Salvador que murió por todos. Tanto
justos como pecadores, el alimento diario que recibimos no es más
que el cuerpo y la sangre de Cristo. En un sentido muy real, la cruz
del Calvario se halla estampada en cada hogaza de pan, y se refleja
en cada fuente de agua.
Cuando
usted y yo vemos esta verdad y en nuestro corazón aceptamos que es
real, experimentamos el milagro de la justificación por la fe, la
cual incluye un cambio de corazón. Es lo mismo que el perdón. Y el
perdón que Dios concede por medio de la cruz es más que un simple
indulto. El término original del cual se obtiene la palabra "perdón"
significa quitar el pecado del corazón, rescatar de su poder a una
persona. Este principio comienza a obrar desde el momento en que el
pecador decide responder. Luego continúa creciendo hasta
convertirse en una realidad madura y poderosa, cuya obra prepara un
pueblo para la segunda venida de Jesús. Este es el mensaje del
"evangelio eterno" que encontramos en Apocalipsis 14:6-14.
¿Significa
esto que todos serán salvos? No. es cierto que Dios anhela que
todos se salven, pero no todos elegirán ser salvos. La razón de
esto es más profunda que una mera falta de conocimiento o de
prontitud en aprovechar la oferta. Los que se pierdan habrán
resistido activamente y rechazado la salvación que Cristo les
concediera libremente.
Dios ha
tomado la iniciativa en el empeño de salvar a "todos los
hombres"; pero los seres humanos tienen el poder, la libertad
de estorbar y vetar lo que Cristo ya ha hecho por ellos, y
considerar inservible aquello que ya se les había colocado en sus
manos. Dios nos ha concedido la facultad de escoger. No salvará a
nadie contra su voluntad.
El don de
la fe se le ha concedido a todo ser humano. Ahora, debemos
preguntarnos: ¿Qué puede impedir que alguien se salve? La
respuesta es asombrosa. Nada puede impedir la salvación de un ser
humano, excepto que no todos utilizan la fe que Dios les ha
concedido. Si todos guardaran y apreciaran el don que Dios ya le ha
otorgado en Cristo, todos serían salvos.
San Pablo
se goza en la magna obra que Cristo cumplió en la cruz: "Así
como por el delito de uno vino la condenación a todos los hombres,
así también por justicia de uno solo, vino a todos los hombres la
justificación que da vida" (Romanos 5:18).
¡Cuán
gloriosa son las buenas nuevas del Evangelio! En su calidad de
"segundo Adán", Cristo ha deshecho todo el mal que
causara el primer Adán. Tan ciertamente como "todos los
hombres" fueron condenados por el pecado de Adán, así "todos
los hombres" han sido justificados legalmente por el sacrificio
de Cristo.
Pero la
incredulidad humana puede negar la justificación que ya se nos ha
concedido.
A la luz
de la cruz, entonces, aun el descuidar tan grande salvación es lo
mismo que rechazarla. Es incredulidad. Así es como el que se pierde
se condena a sí mismo ante el universo, y comprueba que no es digno
de recibir la vida eterna. Dios no lo excluye del cielo; él mismo
se excluye.
Dejemos
ya de resistir la conducción y los llamados del Espíritu Santo, al
cual Cristo llamó "el Consolador". Él es quien, llevado
por su amor, nos convence de pecado y procura motivarnos para que
abandonemos nuestros malos caminos. Es el verdadero Vicario de
Jesucristo, enviado para que esté con nosotros para siempre, y
nunca nos abandone. (S. Juan 14:16-18).
El relato
de la cruz de Jesús desenmascara el odio que el hombre siente hacia
Dios. Del mismo modo, revela su gran amor por nosotros. Por toda la
eternidad éste será el gran tema de conversación para los
redimidos. Por eso, aun ahora nos gloriamos en él. ¡No hay en el
mundo gloria mayor que ésta!
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